Hace unos años, al graduarme de ingeniería agropecuaria, estaba emocionada por comenzar mi carrera. Siempre me encantaron la naturaleza, los animales y las plantas, pero tras varios intentos fallidos de encontrar trabajo, surgió la inseguridad y el desánimo.
Para generar ingresos, empecé con la bisutería, y fue entonces cuando mi madre me sugirió probar con la joyería de metales preciosos. Cuando usé el soplete por primera vez, todas mis dudas se disolvieron. Mi creatividad, que había estado oculta durante años, floreció, y comprendí que mi verdadera pasión era la joyería.
Así nació Erika Lombeyda Joyería Sostenible, donde hago joyas con conciencia ecológica, utilizando materia prima reciclada y procedimientos amigables con el medio ambiente. Mis empaques son elaborados por artesanos locales, y mi labor va más allá de la joyería, apoyando la reforestación de bosques afectados por la mano del hombre.
Más de quince años han pasado desde que inicié esta aventura. Mis piezas ahora se exhiben y promocionan en galerías de Nueva York, y he tenido el honor de participar en exposiciones internacionales de diseño de joyas. A pesar de haber expandido mi arte, sigo vendiendo la mayoría de mis creaciones en Ecuador, mi país de origen. Como miembro activo de la Asociación de Joyería Sostenible con sede en España, me esfuerzo por mantener siempre los más altos estándares de sostenibilidad en la industria.
Este es el legado que quiero dejar para las futuras generaciones: ser parte del consumo ético sin perder de vista la belleza y calidad de una joya. Porque a veces, graduarte es solo el comienzo de una aventura mucho mejor.